Pesebre inclusivo: Feliz Navidad!
- Francisco Javier Ovalle Reinoso
- hace 3 minutos
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Este año decidí volver a hacer un pesebre navideño. Hacía mucho tiempo que no lo hacía. Pero como estamos en una época diferente, mi pesebre navideño sería un monumento a la hipersensibilidad moderna. Sería inclusivo, laico, vegano, sostenible y respetuoso de todas las ideologías dogmáticas imaginables, mi pesebre será un acto de contrición social certificado.
No hay Animales: Incluir una vaca, un buey, un burro y varias ovejas, sería un manifiesto inaceptable de explotación ganadera, una burla descarada a los derechos de las especies y, francamente, un desperdicio de metano que atenta contra el planeta. Es mejor un pesebre que no huela a nada, que un pesebre que apeste a opresión especista.
Sin animales, tampoco son necesarios los pastores. Además decidieron irse a huelga por el no pago de horas extras y porque según la normativa, la empresa no les instaló baños químicos ni un comedor bajo techo con condiciones higiénicas mínimas para comer.
La Virgen María tampoco está. Varias asociaciones feministas y pro aborto dijeron que el embarazo fue una explotación y una concepción en contra de la voluntad ejercida por un ser que ostentaba superioridad en contra de una menor de edad. También dijeron que representarla en estado de gestación avanzada es un acto de violencia, perpetúa el estereotipo patriarcal de la mujer-incubadora, e impone presiones sociales irresponsables sobre la maternidad.
A San José lo perdimos en la burocracia. El Sindicato Global de Carpinteros lo demandó ante el Tribunal Laboral por vulneración de derechos, malas condiciones de trabajo y el uso de herramientas no ergonómicas. Paralelamente, el Tribunal de Familia, actuando "por el bien superior del niño", lo condenó a una manutención astronómica. José está, por ahora, en un turno doble fabricando muebles eco-amigables para pagar la deuda. O sea, trabajando en serio, no con las manos.
El Niño Jesús, tampoco está. Primero, el mismo Tribunal de Familia lo sacó del establo alegando exposición indebida y acusó a la familia de propiciar el trabajo infantil encubierto. Cito el demoledor fallo judicial: “Por años, el menor ha desempeñado una labor altamente visible que reporta beneficios espirituales y económicos directos a cientos de millones de personas sin que él reciba compensación, contrato, ni seguro social. A mayor abundamiento, a los 33 años fue asesinado por los mismos que recibieron dichos beneficios".
Además, los colectivos de identidad de género argumentaron que el niño no puede ser etiquetado sin su consentimiento informado. Debe tener la libertad de decidir a futuro si quiere ser un niño, una niña, un concepto fluido, una estrella interdimensional, un fragmento de energía no-binaria, o quizás, un podcast de autoayuda. Hasta que el comité interdisciplinario de 45 personas resuelva su consulta identitaria, el espacio está vacío.
Los Reyes Magos, tampoco llegaron. Su presencia fue interpretada como un apoyo encubierto a monarquías obsoletas, una apología de la geopolítica extractivista, un recordatorio ofensivo del colonialismo simbólico. Pero el trasfondo es que ninguno tenía visa y quisieron ingresar de ilegales intentando sobornar a personal de Migración con Incienso, Oro y Mirra, esto último aun no se ha podido establecer a que tipo de sustancia corresponde.
La paja del pesebre fue retirada. No cumplía con la norma internacional de riesgo de incendio, ni el protocolo de alergias estacionales para la población sensible, ni el reglamento de materiales orgánicos con etiqueta verde.
La clásica cabaña no se pudo construir porque grupos ambientalistas se encadenaron a los arboles del bosque de donde se extraía la madera así es que fue reemplazada por una cueva. O mejor dicho, fue una cueva. Ahora está clausurada porque el mismo colectivo ambientalista denunció que “la presencia humana, aunque sea en miniatura, afecta la pureza espiritual del terreno y altera el flujo energético del musgo decorativo”. Dejaron un cartel de diseño minimalista: Zona Protegida. No Molestar.
En resumen, el pesebre navideño quedó impecablemente vacío, pero cumpliendo con todos los protocolos para no ofender absolutamente a nadie. Es el triunfo de la corrección sobre la celebración.
P.D.: El pesebre tenía una estrella, pero la tuve que quitar. Me llegó una notificación legal que estaba infringiendo la nueva Ley de Protección Estelar y Contaminación Lumínica, y además, según un astrónomo amateur, su brillo perpetuaba el sesgo cognitivo de la luz blanca.
Feliz Navidad, o lo que sea que la ley y las ideologías nos permita llamar a esta época del año.
(Créditos: Francisco Javier Ovalle Reinoso)



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