EL ULTIMO BASTION DE LA RESISTENCIA PATRIOTA: Hacienda Quechereguas de Molina
- Francisco Javier Ovalle Reinoso
- 9 abr 2023
- 21 Min. de lectura
CAPITULO I
La Independencia de Chile estuvo a punto de sufrir un traspié importante que pudo haber retrasado en meses e incluso años el proceso, de no haber sido por la estratégica ubicación de la Hacienda Quechereguas cuyas edificaciones sirvieron literalmente de fortificación para las tropas patriotas que detuvieron el avance a Santiago desde Talca del ejército realista en 1814.
Cuatro años después, por culpa de una afeitada se perdió una batalla en el mismo lugar.
En el siguiente reportaje de recopilación histórica hemos querido ahondar en estos hechos que le dan relevancia al lugar y que pocos han reparado en destacar y poner en valor.
Las publicaciones y libros de la historia de Chile nos han mostrado desde sus inicios los grandes hechos bélicos, sociales o políticos del quehacer nacional, sin embargo, cada ciudad, cada pueblo ha aportado con sus propios hitos al desarrollo de esa historia y muchas veces aquellos relatos se pierden en el tiempo.
Hoy Chile es una nación independiente y poco nos detenemos a pensar en aquellos hechos o lugares donde, como región, tuvimos participación. Se habla de las grandes batallas y combates, Chacabuco, Rancagua, Maipú, pero poco se conoce de las otras, esas que son casi desconocidas pero que tuvieron una relevancia tal que, de no ser por ellas, es muy probable que la Independencia se hubiera retrasado en varios meses e incluso años y por qué no decirlo, sin exagerar, hasta se habría puesto en peligro.
En el marco de un nuevo aniversario de la declaración de Independencia de Chile, presentamos esta recopilación que busca el rescate de aquellos lugares y hechos poco conocidos pero con trascendencia histórica.
Corría el año 1810 y en Chile se alzan las primeras voces independentistas que buscaban la emancipación del imperio español.
La tarea no era fácil, cualquiera que osara hablar de independencia podía ser acusado de traición al Rey, así es que probablemente, tal como ocurre con cualquier movimiento contrario al poder, aquellos que alzaban la voz, eran silenciados.
Dos años antes, en 1808 el Rey de España, Fernando VII había sido obligado a abdicar a la corona por Napoleón Bonaparte.
Tras la abdicación, Napoleón nombra a su hermano José Bonaparte como nuevo monarca del imperio que incluía los territorios de ultramar, es decir América y otras tierras que dependían de la monarquía ibérica.
Este hecho fue fundamental para el desarrollo de la estrategia independentista de los llamados Padres Libertadores. El Rey preso era la excusa perfecta para decir “somos leales a Fernando VII no a José Bonaparte, así es que nos independizamos (por mientras)”.
El 18 de septiembre de 1810 se convoca al Cabildo Abierto y se acuerda crear la Primera Junta Nacional de Gobierno para proclamar la lealtad a la Corona española y al Rey Fernando VII y no como se piensa paradojalmente, para independizarse.
De ahí en adelante y encendida la mecha de la independencia solo era cuestión de tiempo para que la liberación fuera total.
La excusa de la lealtad al Rey español preso quedó demostrada seis años después cuando en 1814 Napoleón lo reinstala en el cargo tras las derrotas en la llamada Guerra de la Independencia española pero los territorios y colonias americanas ya no quisieron volver a bajo su mando.
Fernando VII, su hermano don Carlos y su tío don Antonio entraron en España el 22 de marzo de 1814 por Gerona tras haber estado en cautiverio en el llamado Castillo de Valençay en Francia.
Una vez reinstalado en la corte, Fernando reinstaló el absolutismo y cuando miró a los territorios de ultramar, a las tierras americanas para reclamar la lealtad ofrecida, se dio cuenta que esa lealtad ya no estaba con él ni la Corona, estaba con Libertad y la Independencia.
Mientras eso ocurría en España en marzo de 1814, en Chile la Guerra de la Independencia estaba en su pleno apogeo y en particular en la región del Maule se comenzaban a gestar hechos relevantes en distintos puntos del territorio, entre ellos la llamada Hacienda Quechereguas de Molina, que tuvo una relevancia poco estudiada y menos valorada.
LAS CASAS DE QUECHEREGUAS

Al poniente del antiguo Camino Real, actualmente pavimentado y que une la ciudad de Molina con las localidades de Casablanca y Lontué, justo en la intersección del camino a Pichingal, se encuentran las ruinas de las antiguas casonas patronales del fundo Santa María de Quechereguas, las históricas “Casas de Quechereguas”.
La etimología del vocablo “Quechereguas” proviene según algunos académicos y de acuerdo al Diccionario de Mappudungun, de la conjunción de dos vocablos: “Quechu” que significa cinco y “Rehue” que significa lugar sagrado exclusivamente reservado para las ceremonias religiosas. Por lo tanto, Quechereguas podría tratarse del lugar sagrado dividido en cinco sitios ceremoniales o cinco lugares sagrados.
El historiador talquino, Guillermo Feliú Cruz, en visita al histórico sitio, asevera que las construcciones datan de 1772, es decir de los años de la construcción del puente de Cal y Canto en Santiago, posteriores apenas en tres décadas a la fundación de San José de Buenavista de Curicó.
Con el correr de los años aquel vasto predio se fue dividiendo; el histórico nombre lo llevan los fundos “Santa Lucía de Quechereguas”; “Santa Adela de Quechereguas”; los “Huertos de Quechereguas” y por cierto, el lugar donde todavía se levantan las ruinas de las viejas casas, el corazón de Santa María de Quechereguas.
Las estructuras de adobe brindaban una verdadera fortificación para repeler los ataques enemigos, quizás por eso, junto a su ubicación estratégica para frenar los avances desde Talca a Santiago y por los afluentes principales que las rodean, los ríos Maule, Claro y Lontué, las Casas de Quechereguas eran cotizadas por los ejércitos de ambos bandos en la época de la Independencia, tanto por los Patriotas como por los Realistas.
Sin embargo, hay un detalle poco estudiado y mencionado en los libros de Historia y es la relación que había entre los O’Higgins y la Hacienda, lo que podría explicar en parte el misterio de porqué el Padre de la Patria tenía tanta afición y cercanía por ese lugar.
Uno de los propietarios de las casas de Santa María de Quechereguas fue don Luis Gatica Luco, en cuyo poder se mantuvieron muchos años, pero en tiempos de la Patria Vieja, la entonces gran hacienda, tenía como propietario a don Juan Manuel de la Cruz Bahamondes, caballero talquino, ardiente partidario de la causa del Rey, pero probablemente solo en apariencia como tantas otras familias que anónima y clandestinamente apoyaban la causa independentista.
La familia Cruz Bahamondes en realidad tenía orígenes italianos. El fundador fue el capitán de marina, Giovanni della Croce Bernardotte españolizado en Juan de la Cruz y Bernardotte. Llegó a Chile en el año 1743 y había nacido en Génova, Liguria en 1693. Enrolado en las tropas de Felipe V y posteriormente en las tropas de Carlos III llega a Chile bajo las órdenes del almirante Francisco Pizarro en 1743 a la ciudad de Concepción en la guerra de Arauco.
El conde de Superunda, José Antonio Manso de Velasco, quien posteriormente fue Gobernador y fundador de la Villa San José de Buenavista de Curicó, lo avecindó en San Agustín de Talca en 1744 donde falleció el 27 de enero de 1768.
Giovanni della Croce o Juan de la Cruz y Bernardotte engendró 15 hijos, entre ellos a Nicolás de la Cruz y Bahamonde, primer Conde del Maule y a Juan Manuel y Vicente de la Cruz y Bahamonde propietarios de la Hacienda Quechereguas.
Lo interesante de esta genealogía es que Nicolás de la Cruz y Bahamonde fue amigo personal de Ambrosio O'Higgins por lo que terminó siendo tutor de Bernardo O'Higgins durante los años de juventud del prócer chileno en Europa.
Ambrosio O´Higgins era Virrey del Perú y contaba con la confianza y el beneplácito de la Corona, sin embargo, cuando en España se enteran que su hijo Bernardo mantenía una estrecha relación con el revolucionario venezolano Francisco de Miranda, Ambrosio es destituido.
Nicolás de la Cruz se mantenía como apoderado de Bernardo en Cádiz, hasta que en 1800 debe echarlo de su casa, por pedido de su padre Ambrosio quien lo culpaba de su destitución.
Es probable que con los aires independentistas corriendo fuerte en el territorio maulino, los De la Cruz Bahamonde hayan sido finalmente mas afines a los patriotas que a los realistas y como muchos otros acaudalados, aportaron con apoyo logístico y recursos a la causa emancipadora, algunos en el anonimato y otros abierta y públicamente como ya lo estaba haciendo Francisco de Villota Perez-Cotapos en la Hacienda Teno a solo unas leguas al norte de Quechereguas.
Posterior a la Independencia una de las herederas de la familia, María del Transito de la Cruz, junto a su esposo el diputado José Antonio Rosales deciden donar parte de los terrenos al norte de la hacienda para fundar una ciudad que solicitaron llevara el nombre Villa de Molina, en memoria del Abate Juan Ignacio Molina.
Un dato no menor es que el titulo nobiliario de Conde del Maule aún existe, es reconocido por a Corona española y en la actualidad lo ostenta uno de los descendientes de la línea directa de Nicolás Cruz Bahamondes, el tutor de Bernardo O’Higgins.

CAPITULO II
JOSE MIGUEL CARRERA ESCRIBE DESDE EL CAUTIVERIO SOBRE LAS QUECHEREGUAS (FOTO RETRATO JOSE MIGUEL CARRERA)
Tras la conformación en 1810 de la Primera Junta de Gobierno como reacción al apresamiento de Fernando VII en Europa, en Chile se comenzó a pensar en que era posible una Independencia total de España y así se organiza un incipiente ejército para enfrentar a los realistas liderados por el Brigadier español Antonio Pareja.
José Miguel Carrera es nombrado General en Jefe del ejército patriota, pero tras varias derrotas, en enero de 1814 es reemplazado por Bernardo O’Higgins que había tenido un brillante desempeño en la batalla de El Roble.
Carrera fue apresado por los realistas y en su cautiverio escribe y detalla en su Diario Militar, lo que estaba ocurriendo en el proceso de la independencia, principalmente en el Maule donde se estaban concentrando varias batallas, Yerbas Buenas, Lircay, Chillan, y por cierto, pone a ese mismo nivel al combate de Quechereguas.
Carrera escribe:
MARZO 25 DE 1814.- Este día estaba ya sobre las Quechereguas el cuerpo de reserva, a las órdenes de Blanco (dista 14 leguas de Talca). Las operaciones militares de esta brillante división, que debió haber dado muchas glorias a Chile, están detalladas en el diario N.o 80. No muchos días después de la salida de Gainza, me llevó el mayor jeneral de la división de Chillan, don N. Carvallo, el regalo de otro par de grillos más pesados que los que tenía puestos. Diciéndole yo que sí no había modo mejor de quitar la vida, contestó que era mandado; lo mismo hicieron con Luis a pretesto (según supe después) de ser necesario para asegurar nuestras personas. El pícaro de Berganza quería acabarnos al rigor de las prisiones.
La retirada de O’Higgins a las Quechereguas, dejando la Concepción con escasa guarnición, a 100 leguas de distancia, i con fuerzas enemigas intermedias, me hizo sentir su pérdida antes de suceder.
Pocos días después, a principios de abril, O’Higgins que venía del sur, se interpuso entre la capital y el ejército español y se atrincheró en la hacienda de Quechereguas. Se libró aquí un combate en que las fuerzas realistas tuvieron que retroceder, con detrimento evidente de la gloria que habían conquistado en las llanuras de Cancha Rayada, finalizan parte de los escritos de José Miguel Carrera
Julio Bañados Espinoza destina en su libro “La Batalla de Rancagua. Sus Antecedentes y sus Consecuencias” también un importante lugar a los terrenos de la Hacienda de Quechereguas en uno de los relatos más detallados de la primera batalla que se libra en el lugar.
Al amanecer del 4 de abril (de 1814) – dice Bañados - se encontraron los dos ejércitos en la orilla opuesta. La victoria era del más activo. Comprendiéndolo así O’Higgins, siguió a paso redoblado su marcha al norte, venció en el encuentro de Tres Montes una partida realista, atravesó a tiro de pistola de las guerrillas enemigas el río Claro y, aventajando en táctica y rapidez a Gaínza, acampó en la hacienda de Quechereguas. Allí dio descanso y buen alojamiento a sus tropas mortificadas con tantas evoluciones y contratiempos.
Sólo en la mañana del 8 de abril se presentó Gaínza con miras hostiles. Los patriotas estaban fuertemente atrincherados en las casas de la hacienda.
Gaínza, perdidas sus esperanzas de victoria, evaporadas sus ilusiones y sus sueños militares, despechado con tantos desastres e infortunios: concentró su ejército, reunió las fuerzas disponibles y, triste, sombrío, sintiendo en el alma el escozor de amargas decepciones y divisando en la cima de sus proyectos de reconquista tan sólo negro caos, se dirigió a Talca a fin de encerrarse allí y entregarse a las veleidades del destino.

Por su parte, Diego Barros Arana en su Historia General de Chile (tomo IX), también destina paginas importantes al lugar de las Quechereguas en Molina, como parte del proceso de la Independencia y de la relevancia que tuvo para detener el avance de las tropas restauradoras que pretendían llegar a Santiago desde Talca.
“O'Higgins, recibiendo informes seguros sobre los movimientos del enemigo, consiguió acampar esa noche al norte de este rio, más al oriente del sitio que ocupaba el destacamento realista y. por lo tanto, burlando los planes de Gaínza. El día siguiente (6 de abril), continuando su marcha con la misma actividad, el ejército patriota llego a acamparse cerca de medianoche al sitio denominado los Tres Montes de Guajardo.
La luz de la luna había favorecido esta marcha. Las avanzadas realistas, en partidas más o menos numerosas, no cesaban de inquietar a los patriotas esperando la ocasión oportuna para atacarlos.
Al amanecer del 7 de abril, cuando el ejército comenzaba a levantar su campo para continuar la marcha, se presentó a cierta distancia, por el lado del norte, una gruesa columna de caballería, cuyo número se hace subir a setecientos hombres. Inmediatamente hizo O'Higgins reunir unos cuatrocientos jinetes bajo las órdenes de los comandantes don José María Benavente y don Andrés del Alcázar, apoyados por dos cañones y por cincuenta granaderos de infantería que mandaba el teniente don Francisco Barros.
A las cuatro de la tarde, por fin, el ejército patriota tomaba posesión del espacioso caserío de la hacienda de Quechereguas, y establecía allí su campo, seguro ya de haberse adelantado al enemigo, y de tenor libre y expedito el camino para la capital.
Los jefes patriotas celebraron esa misma tarde una junta de guerra. Sabían que Gaínza, burlado en su plan de adelantarse a Santiago, pero contando con tropas más numerosas desde que había sumado a su ejército las fuerzas que guarecían a Talca, no tardaría en ir a atacarlos para decidir la contienda en un combate.
En aquella junta de guerra, sostuvo el coronel Balcarce que el ejército debía continuar sin demora su marcha a la capital para recibir los refuerzos y socorros de que se hablaba, y ponerse en estado de presentar combate con plena confianza en el éxito.
O’Higgins y Mackenna, impugnando con toda energía ese dictamen, declararon que el ejército estaba en el deber de mantenerse en Quechereguas, de lo contrario Gainza tendría paso abierto para tomarse la Capital en pocos días.
O’Higgins y Mackenna comenzaron a tomar esa misma tarde sus disposiciones militares para defender la Hacienda Quechereguas como posición estratégica para detener el avance de los españoles.
LA TACTICA DE O’HIGGINS: DE CASONA COLONIAL A FORTIFICACION
La hacienda de Quechereguas era la propiedad de don Juan Manuel de la Cruz, acaudalado caballero, originario de Talca, pero establecido en Santiago donde había ejercido el comercio, era conocido por ser enemigo resuelto de la revolución, aun cuando su hermano Nicolás era el tutor de uno de los líderes independentistas, Bernardo O’Higgins.
Esa hacienda, una de aquellas en que se había dado mayor desarrollo a los trabajos agrícolas en las provincias del sur, poseía un extenso caserío de edificios bajos y de poco gusto, pero bastante sólido.
Además de las habitaciones de la familia y de sus mayordomos, había allí vastos graneros que en esa estación del año estaban repletos con los productos de la cosecha.
O'Higgins, que estaba ligado por amistad a la familia de Cruz tras haber tenido como tutor a Nicolás de la Cruz y Bahamonde en Europa, pero que en su propia hacienda había experimentado el tratamiento que los realistas daban a las propiedades de sus enemigos, no debía tener muchos miramientos por la casa de un "sarraceno" escribe Barros Arana, es decir, de un adversario de la revolución, tanto más cuanto que la necesidad de la defensa lo autorizaba ampliamente, según las leyes de la guerra para convertir aquellos edificios en campamento fortificado.
Hizo abrir portillos en las paredes convirtiéndolos en troneras para sus cañones, formó trincheras para sus soldados con los líos de charqui y las panzas de sebo que hizo sacar de los graneros, luego dispuso que algunas partidas de fusileros se situaran en los tejados y en ciertos andamios que mandó construir detrás de unos paredones, y, por último, colocó su caballería en los corrales destinados a las matanzas de la hacienda, con orden de que cargase al enemigo cuando lo viese vacilar y retroceder.
En la madrugada del siguiente día 8 de abril, que era Viernes Santo, todo estuvo dispuesto para recibir al enemigo. A las ocho de la mañana se vio avanzar a las tropas realistas en buen orden hasta colocarse al flanco izquierdo de los patriotas para tomar posiciones detrás de unas tapias medio destruidas.
Antes de las diez, rompieron los realistas sus fuegos con regulares punterías en el principio: pero la artillería patriota, dirigida con bastante acierto, consiguió producir en aquellos alguna perturbación.
El combate se sostuvo así largo rato sin pérdidas sensibles por una o por otra parte: pero cuando los realistas se convencieron de que no conseguían hacer salir a los patriotas de sus atrincheramientos, pretendieron incendiar las casas de Quechereguas poniendo fuego a unas cercas de ramas que venían a apoyarse en estas.
Esa tentativa fue frustrada por la rapidez con que aquellas cercas fueron cortadas. Intentaron enseguida varias veces los realistas acercarse a las casas, como si quisieran empeñar un asalto, pero ante al fuego constante de los cañones patriotas, retrocedían rápidamente.
A las tres de la tarde, la caballería realista comenzó a moverse en retirada. La infantería, sin embargo, se mantuvo en su puesto algún tiempo más, replegándose enseguida en buen orden hacia las orillas del río Claro.
Algunos oficiales patriotas y el mismo O’Higgins parecían dispuestos a seguir en persecución del enemigo, pero Mackenna y Balcarce, considerando peligroso el aventurarse en un ataque general fuera de las trincheras, consiguieron con sus representaciones impedir ese movimiento.
Aquella jornada, sin ser precisamente una victoria para las armas de la patria, importaba una señalada ventaja, desde que habían conseguido rechazar al enemigo y ponerse en comunicación con la capital, que ya no podía ser amenazada.
Gabino Gaínza por su parte, no desesperó de hacer salir a los patriotas de sus atrincheramientos. Se replegó esa misma tarde con todas sus tropas a las orillas del río Claro pero en la mañana siguiente, el 9 de abril, sus guerrillas volvieron a acercarse al campamento de O'Higgins y se sostuvieron en un impetuoso tiroteo hasta las dos de la tarde.
Gaínza se convenció al fin de su impotencia para romper esa línea; y viéndose burlado en su plan de avanzar hasta Santiago, no pensó más que en retroceder a Talca, donde se proponía atrincherarse esperando la ocasión oportuna de abrir nuevas operaciones militares.
O’Higgins, entretanto, se mantuvo en aquellas posiciones esperando los refuerzos que se le ofrecían de Santiago, y manteniendo en ellas las medidas de vigilancia necesarias para evitar cualquier sorpresa. Sus fuerzas, que sólo habían sufrido en la defensa de Quechereguas la pérdida de dos muertos y de cinco heridos, se reponían allá de sus anteriores fatigas en buenos alojamientos, y podían, además, disponer de provisiones abundantes, cierra Barros Arana.
CAPITULO III
"Pasajero alerta, es sagrado este suelo, es jirón de epopeyas, si miras estos campos, hazlo con reverencia, porque aquí estuvo el prócer con sus huestes guerreras, ofreciéndose heroico allá en la Patria Vieja, Bernardo se llamaba, el que nos dejó por herencia, ya libre y soberana tan rica y bella tierra. Aquí están esos campos, tierra de Quechereguas, que hoy estamos pisando en esta Patria Nueva, a los doscientos años de su eterna existencia."
El historiador y antropólogo Tomás Guevara en su obra “Historia de Curicó” de 1890 y que se conserva en la Biblioteca Cervantes de España, relata un hecho importante, ocurrido en el mismo lugar de las Quechereguas, previo al combate más conocido.
En uno de los capítulos destinado a la época de la Independencia, Guevara ya reconoce la importancia del sector de las Quechereguas de Molina cuando describe que “El 25 de marzo de 1814 llegó a la margen derecha del Lontué, que atravesaron sus avanzadas para caer sobre las guerrillas de Calvo, derrotarlas y hacerles algunos prisioneros.
Un oficial de las milicias de San Fernando, Ramón Gormaz, tuvo la crueldad de cortarles a éstos las orejas. Pero, como se internaron esas avanzadas con muy poca previsión por el camino de Quechereguas, las sorprendió el diligente Calvo y mató a un oficial y un soldado”.
Blanco, sobre tener un espíritu idealista y caballeresco, pertenecía a la escuela de esos militares pundonorosos que jamás evaden el peligro y que prefieren perderlo todo antes que el honor. Aceptó, pues, sin reticencias ni términos medios el desafío y salió con su división a un llano, al sur de Quechereguas, a esperar hasta la caída de la tarde a Calvo, que se retiraba con toda tranquilidad a Talca. Este lance burlesco le hizo perder no poco en el concepto de sus oficiales y soldados.
No obstante, se adelantó a poner sitio a Talca, obligado por las instancias de sus oficiales, que no estaban por la medida prudente de esperar a O’Higgins. El 29 de marzo tuvo lugar el asalto.
Blanco ordenó dar frente al enemigo al llegar a la llanura de Cancha Rayada; pero su tropa bisoña y colecticia se desbandó precipitada y vergonzosamente hacia el norte. La derrota fue completa: algunos oficiales, trescientos prisioneros, la artillería, muchas armas, caballos, municiones y equipajes cayeron en poder de los españoles.
Las milicias de Curicó huyeron como las demás y vinieron a ocultarse a los lugares de donde habían salido. Sin embargo, este ensayo, aunque desgraciado, sirvió para foguear a individuos que se enrolaron más tarde en la montonera de (Francisco) Villota y en el escuadrón Dragones de la patria.
TREGUA EN LA HOSTILIDAD: QUECHEREGUAS Y EL TRATADO DE LIRCAY
El conflicto ya contaba cuatro años y el desgaste de ambos ejércitos era evidente, por eso la batalla de Quechereguas fue importante además para concretar un ansiado cese al fuego temporal.
Cuando el ejército patriota llegó primero al flujo del río Maule y pudo darse el tiempo de bordearlo hasta encontrar un paso no resguardado por las tropas reales, la totalidad de las tropas chilenas cruzaron las aguas y quedaron listas para interponerse en el camino del enemigo concentrado en Talca.
Adecuadamente informado por sus espías respecto al movimiento de sus rivales y la distribución del terreno, O’Higgins decidió que el lugar más propicio para lograr su cometido era el caserío de la hacienda de Quechereguas. A las 8 de la mañana del 14 de abril de 1814, el ejército realista llegó a presentar batalla. Después de un largo intercambio de fuego de artillería, las fuerzas asaltantes intentaron provocar el abandono del reducto improvisado incendiando las cercas que lo rodeaban y esparciendo el fuego a sus edificios.
Esta maniobra fue inmediatamente frustrada por los patriotas que cortaron las cercas antes que las llamas llegaran a su posición. Viendo la firmeza de la posición de sus contrincantes, el ejército realista inició una retirada ordenada a las 3 de la tarde. Sin ser entonces una victoria extraordinaria, la defensa de Quechereguas logró cambiar el curso de la guerra y le dio una leve ventaja al ejército patriota.
Esa pequeña ventaja sirvió para que las autoridades patriotas presentaran la opción de una tregua al general español y, con la asistencia del comodoro inglés Jame Hillyar y el apoyo de O’Higgins, empezó a gestarse un acuerdo el 16 de abril 1814. Este proceso culminó con la firma del Tratado de Lircay el 3 de mayo de 1814, una tregua temporal que les dio a los ejércitos contrincantes tiempo para reorganizarse y preparase para las próximas etapas del conflicto.
DATOS DEL COMBATE DE QUECHEREGUAS DE 1814
Lugar: Fundo Quechereguas, cerca de la localidad de Molina
Participan: Ejercito patriota chileno con 500 soldados. 1812-1814
Ejército realista de España con 1500 soldados. 1785–1873, 1875–1931
Comandantes: Patriota Chile - Bernardo O'Higgins
Realista España - Gabino Gaínza
Contexto: Guerra de la Independencia de Chile 1812-1827
Bajas y heridos: 2 muertos y 5 heridos del ejército patriota / no hay registros conocidos del ejército realista.
Resultado: Victoria patriota

CAPITULO IV
SEGUNDA BATALLA DE QUECHEREGUAS EN EL FIN DE LA RECONQUISTA - 15 DE MARZO DE 1818
Si bien en términos cronológicos el proceso de emancipación culminó en febrero de 1818 con la proclamación de la independencia de Chile, en realidad el conflicto bélico comprendió un período mayor.
Ya sabemos que la Junta de Gobierno de 1810 lo que hace es jurar lealtad a la Corona de España y si bien se considera como el punto que marca el inicio del proceso, en estricto rigor los historiadores coinciden en que todo se inicia en 1811 con el motín liderado por Tomás de Figueroa y termina en enero de 1826 con el combate de Bellavista, liderado por Ramón Freire en Chiloé y la firma del Tratado de Tantauco que consiguió la anexión definitiva del archipiélago al territorio nacional, el cual constituía el último reducto español en el territorio.
La historia reconoce tres periodos en el proceso de la independencia; la Patria Vieja, la Reconquista y la Patria Nueva. Es así como después de que las fuerzas realistas vencieran en la Batalla de Rancagua, se dio inicio a la segunda de estas etapas, correspondiente a la Reconquista española que comprende los años 1814 al 1817.
Fue durante este periodo en que vuelve el orden a la Corona hispana y a sus instituciones a modo de restituir la autoridad del Rey Fernando VII, luego de la caída de Napoleón.
Por su parte, el proyecto independentista retrocedió en sus aspiraciones y los remanentes del ejército patriota se vieron en la obligación de huir al otro lado de la cordillera.
Mientras en Argentina José de San Martín comenzaba a formar el Ejército Libertador de los Andes, en Chile la lucha continuó de forma esporádica a través de las montoneras lideradas por Manuel Rodríguez Erdoiza, Francisco de Villota Perez-Cotapos y el bandido patriota José Miguel Neira, concentrándose las principales acciones en la región del Maule.
El día 14 de marzo de 1818, el Coronel Mariano Osorio acampaba en la localidad de Camarico al norte de Talca y al sur de Curicó, cerca de Molina. Su jefe de estado mayor Joaquin Primo de Rivera había avanzado, al frente de 400 infantes, 300 caballos y una columna de zapadores, hasta las orillas del río Teno.
Apenas advirtió el avance del ejército patriota, se replegó hasta las casas de Quechereguas, se atrincheró en ellas con la infantería, despachó a retaguardia a los “dragones” y avisó a Mariano Osorio, a fin de que avanzara con el resto del ejército español.
El General José de San Martín dispuso que Ramon Freire con un pelotón de 170 hombres, (que Miguel Brayer debía sostener con el resto de la caballería), picara la retaguardia de los realistas. Esto ocurre el 15 de marzo de 1818.
Freire llegó hasta las casas de Quechereguas, y, creyendo que el enemigo seguía al sur con la caballería, intimó rendición a los pocos rezagados que suponía estaban en la hacienda. Apenas Joaquin Primo de Rivera se dio cuenta de que, en vez del ejército entero, sólo tenía al frente 170 jinetes, impartió ordenes de atacar.
Freire, después de rechazar una parte de la caballería, se vio acometido por la retaguardia por una compañía realista y tuvo que huir, dejando en el campo 17 heridos.
UNA BUENA AFEITADA, PUSO EN RIESGO LA INDEPENDENCIA
Miguel Brayer, que disponía de 1.500 caballos y de la artillería de Blanco, había recibido órdenes de San Martín de apoyar a Ramón Freire pero no se movió. Varias fuentes coinciden citando a un tal Guido como testigo presencial; que Brayer “estaba afeitándose delante de un espejito de mano a la sombra de un árbol; y, tal vez, encontrando ridículo pelear con sólo la mitad de la cara rasurada, siguió tranquilamente su toilette”.
El escuadrón de Freire, ya desorganizado habría sucumbido sin el auxilio que por iniciativa propia le prestó Santiago “el huaso” Bueras. Freire perdió en el combate su gorra, y en ella encontró Primo de Rivera papeles que contenían datos completos sobre las fuerzas del ejército patriota.
Fueron las primeras noticias ciertas que lograron obtener Osorio y Ordóñez de los movimientos del Ejército chileno. Este incidente originó el reemplazo de Brayer en el mando de la caballería por el general Balcarce.
Primo de Rivera se retiró a las márgenes del Río Claro, y, desde allí, unido con Ordóñez, que había acudido en su auxilio, continuaron replegándose hasta reunirse con Mariano Osorio que se mantenía en Camarico.
CAPITULO V
Diego Barros Arana, en su “Historia General de Chile”, pero esta vez en el tomo XI, también entrega detalles previos al combate que hacen entender la relevancia de la Hacienda de Quechereguas en el contexto de la Independencia.
En la mañana del 20 de marzo, antes de amanecer, a las seis de la mañana, San Martín y O’Higgins llegaban a Quechereguas, y allí, sin darse siquiera una hora de descanso, pudieron recoger algunas noticias sobre el estado del ejército y dictar las primeras medidas para su reorganización. En ese lugar se habían reunido más de trescientos hombres de los diversos cuerpos; pero se sabía que habían pasado adelante numerosas partidas de tropa, especialmente de caballería, en dispersión más o menos completa.
Se supo también, pero con menos certidumbre, que la primera división, engrosada con otros dos batallones que se había separado de la segunda, se retiraba ordenadamente al mando del coronel Las Heras que seguramente en la tarde de ese mismo día llegaría a Quechereguas.
Estas noticias, por vagas y confusas que fueran todavía, dejaban ver que el desastre no era irreparable, si se utilizaban con actividad y con inteligencia los elementos de que se podía disponer.
O'Higgins, con una fe inquebrantable en el triunfo de la patria, propuso allí que se estableciera en Quechereguas el cuartel general de los patriotas: que se despacharan en todas direcciones oficiales de confianza a recoger los dispersos, y que agregados éstos a la división que traía Las Heras, se esperase a pie firme al ejército español, que, aunque vencedor en Cancha Rayada, había sufrido indudablemente esa noche pérdidas crecidas.
San Martin, siempre prudente e inclinado a no aventurar empresa alguna en que las probabilidades de triunfo fuesen dudosas, impugnó el plan del director supremo, sosteniendo que el ejército patriota disminuido por la dispersión, escaso de municiones y dominado por el pánico consiguiente a la derrota, no podría presentarse en línea de batalla antes de algunos días, cuando hubiese recibido los socorros que necesitaba y retemplado su espíritu.
En consecuencia de estas observaciones, se acordó allí mismo despachar al coronel del granaderos don José Matías Zapiola a ocupar sin tardanza el puesto de Chimbarongo para reunir a los dispuestos que marchaban adelante, y encargar al coronel Las Heras que acelerase cuanto le fuese posible la marcha de las tropas salvadas del desastre, evitando a todo tranca el empeñar combate alguno contra las tropas que intentasen molestarlo en su retirada. Impartidas estas órdenes a toda prisa, San Martín y O’Higgins continuaron su marcha hacia el norte, y a las tres y media de la tarde llegaban a Chimbarongo.
El ejército realista estaba parapetado en las casas de la hacienda Quechereguas al mando del Coronel Joaquín Primo de Rivera, jefe del estado mayor. Freire esperó el ataque con firmeza, pero viendo que no llegaban los refuerzos, dispuso la retirada. El apoyo finalmente llegó cuando estaban al borde del desastre.
A pesar de considerarse una victoria para los realistas, Primo de Rivera ordenó acampar a dos leguas ( 1 legua = 4.828 m o 4.8 km ) de distancia. El ejército patriota se mantenía avanzando, mientras el ejército realista se organizaba y en la noche se replegaron hacia Camarico. En la mañana del día 16 de marzo el ejército patriota atravesó el río Lontué, acampando sin resistencia en Quechereguas.
COMBATE DE QUECHEREGUAS (1818)
Parte de Guerra de Independencia de Chile
Fecha 15 de marzo de 1818
Lugar Quechereguas, cerca de Molina
Resultado Victoria realista
Beligerantes
Ejercito Patriota de Chile al mando del Comandante Ramon Freire Serrano con 170 soldados jinetes de Caballería
Ejército Realista de España al mando del Comandante Joaquin Primo de Rivera con 800 soldados
17 muertos chilenos; españoles no hay registros conocidos.
En el lugar de las Quechereguas durante varios años se realizó una representación histórica del combate de 1814, pero poco se conocía de la derrota de 1818.
En las paredes añosas había placas recordatorias y homenajes. Hoy prácticamente todo está más en ruinas que antes. Es de esperar que esa memoria histórica de la que tanto se habla, no se pierda, no se borre, no desaparezca como está sucediendo con las viejas casonas y la capilla de la antigua Hacienda Quechereguas, ese lugar histórico que logró establecer un antes y un después en la guerra de la Independencia.
Nota de la redacción: Para este reportaje de recopilación se recurrió a diferentes fuentes, publicaciones históricas y principalmente a los escritos y documentación disponibles en el Museo de Historia Militar (Gracias Lorena Soto por tu gestión). El resumen fue revisado por don José Osvaldo Carmona Soto / Profesor de Historia, Licenciado en Educación y Master en Estudios Latinoamericanos (Gracias amigo mío por tu tiempo). Este reportaje fue escrito e investigado (gratuitamente) con el objetivo de que fuera publicado en algún medio de comunicación o portal oficial pero aunque fue ofrecido y enviado - reitero, de manera gratuita - no tuvo buena acogida. Así es que lo dejo para quien quiera utilizarlo, ojalá mencionando los créditos correspondientes.
Otras fuentes citada y revisadas:
· Guillermo Feliú Cruz / Historiador (Talca)
· José Miguel Carrera / Diario Militar (capítulos del cautiverio)
· Julio Bañados Espinoza / “La Batalla de Rancagua. Sus Antecedentes y sus Consecuencias”
· Tomás Guevara / “Historia de Curicó” (Curicó)
· Diego Barros Arana / Historia General de Chile - tomos IX y XI
· Documentación Museo Histórico Militar
· Bibioteca Nacional Digital de Chile / Memoriachilena
· Fuentes documentales y bibliográficas para el estudio de la Historia de Chile - Universidad de Chile
· Documentación histórica Ilustre Municipalidad de Molina
· Fotografías colección digital Ministerio de Defensa
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