EL SIMBOLISMO DE LA MUERTE
- Francisco Javier Ovalle Reinoso
- 13 dic 2021
- 5 Min. de lectura
“La muerte está tan segura de su victoria sobre nosotros, que nos da toda una vida de ventaja”
(Anónimo)
El primer contacto con la muerte de acuerdo a la cultura occidental cristiana lo tenemos cuando Caín asesinó a su hermano Abel, pero la referencia es mucho más antigua y nos remonta al llamado paraíso terrenal, cuando en el libro del Génesis, se relata que en jardín del eden existían dos árboles sagrados, el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la vida, este último nos dice implícitamente que al haber un árbol de la vida, su contraparte debió ser la muerte.
Así lo explica el mismo relato cuando dice Génesis 2 versículo 17 “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
La primera muerte registrada podríamos decir que fue el asesinato de Abel, no obstante, esa es una muerte humana, porque anterior a eso, cuando Adán y Eva fueron expulsados del paraíso tras desobedecer la orden de no comer del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, “les hizo túnicas de pieles y los vistió” (Génesis 3-21).
La muerte ha acompañado entonces al hombre desde sus orígenes, por lo tanto es parte de la vida, sin embargo, dependiendo del contexto cultural que se tenga de ella es como va a ser enfrentada.
La muerte puede ser tomada como el principio del final o viceversa, en el fondo como el inicio y el fin de un ciclo.
Existen diferentes formas de enfrentar ese final, dependiendo reitero, de las cosmovisión cultural.
Los antiguos Rapanui consideraban que el cuerpo material era solo el contenedor del espíritu, por lo tanto al morir el cuerpo, sus restos eran cremados y depositados a los pies del Ahu o altar sagrado donde se levantaba un Moai. El espíritu subía desde el cuerpo por el humo hasta la cabeza del Moai y se iniciaba así el viaje de vuelta a las estrellas.
Los Egipcios en el Libro de los Muertos, explicaban que era necesario mantener el cuerpo momificado para permitir que el espíritu pudiera hacer viajar también hacia las estrellas de vuelta a los dioses, para lo cual se enterraban con una serie de enseres y artículos, incluso con sirvientes para que acompañaran al difunto en su viaje a otra dimensión, ritual que se repetía en otras culturas como las orientales donde tenemos ejemplos impresionantes como el ejército de terracota donde se cree que fueron estatuas erigidas con carruajes y caballos incluidos para acompañar al emperador en su viaje.
Más cercano encontramos las Momias Chinchorro en Chile, más antiguas incluso que las egipcias, también con enseres y vasijas que contienen elementos y artículos que el difunto podría necesitar en su viaje.
En la mitología antigua, Caronte, el barquero del inframundo, era el encargado de llevar las almas y acompañarlas en su último viaje, para lo que había que entregarle una moneda, por eso los difuntos eran enterrados precisamente con monedas.
En la actualidad aún existen tribus que a sus muertos los depositan en las praderas para que sirvan de alimento a las aves; en África, es tradición contratar a un grupo de bailarines para lleven el féretro en sus hombros, danzando al ritmo de contagiosos tambores.
En el campo chileno hasta hace unos años se contrataban las conocidas “lloronas”, mujeres que su rol era literalmente llorar al difunto mientras la familia se preocupaba de atender a los invitados.
En el Tarot la carta de la muerte se interpreta como un cambio, el término de un ciclo, no necesariamente como algo negativo.

Entonces ¿qué es la muerte?
La muerte por definición es la suspensión de las funciones biológicas y psicológicas, muerte biológica y muerte cerebral. No obstante, un tercer factor poco analizado es la actividad espiritual, aquella que para algunas culturas, no muere, solo se transforma.
El símbolo es estático, es inamovible, lo que es dinámico es el simbolismo, es decir la aplicación de la interpretación, la que tiene tintes individuales y en ese simbolismo aplicado tambien el concepto de la muerte se mueve de acuerdo a nuestras propias interpretaciones.
En nuestra cultura occidental, la representación de la muerte no es más que un reflejo de nuestra naturaleza egoísta como seres humanos. Lloramos al difunto, nos da pena, angustia y nostalgia, pero son sentimientos propios de ese egoísmo natural, donde el sufrimiento es personal.
No es menor mencionar que la representación de la muerte, tradicionalmente se grafica con una figura de rostro cadavérico, a veces sin rostro, de túnica o capa negra y con una guadaña en las manos.
La guadaña es una herramienta que se utilizaba (aun en algunas culturas se usa) para la cosecha, sin embargo, también para cortar la garganta de los adversarios.
La guadaña puede representar según la caricaturización, esa herramienta de muerte que arranca la vida, cortando el vínculo entre el alma, el espíritu y el cuerpo, pero en la profundidad del simbolismo aplicado, podemos inferir que la misma herramienta, es utilizada para las cosechas, por lo tanto la guadaña no solo puede representar el mal, sino por el contrario, la cosecha de nuevos frutos en este hombre nuevo que acaba de morir y re-nacer en su paso a otros lugares para nosotros aún desconocidos.
¿Cuántas veces morimos?
En estricto rigor y en lo material, solo podemos nacer y morir una sola vez, después de la muerte no nos acordamos de nada – en teoría - no obstante, simbólicamente y considerando otros factores, podríamos inferir que si la muerte se entiende como el término de un proceso, un cambio de una etapa a otra, entonces “morimos” varias veces, cuando dormimos no tenemos consciencia de lo que ocurre, cuando pasamos de la lactancia a la niñez, cuando pasamos de gatear a caminar, cuando pasamos de niños a adolescentes y de jóvenes a adultos. Si nos preguntamos o tratamos de recordar en que preciso momento ocurrieron esos cambios, probablemente no lo recordaremos, por lo tanto – simbólicamente – “morimos” de una etapa y “nacemos” a otra, en varias oportunidades.
Si creemos en la inmortalidad del alma y del espíritu, podríamos inferir de los relatos de muchas personas que han sido declarados clínicamente muertos por algunos minutos, que en su proceso ven una luz al final de un túnel oscuro. Existe una ampliamente difundida teoría que plantea que ese viaje por un túnel oscuro con una luz al final, no es más que el viaje del alma en nuevo cuerpo y que esa luz es el momento del parto de un nuevo ser.
Si fuese así, el proceso de la muerte entonces, no es más que un nuevo paso hacia dimensiones y mundos desconocidos aun para nosotros.
En estos días de incertidumbre donde probablemente aquel que sembró su semilla en el vientre de mi madre viaje a esos lugares desconocidos, no puedo sino reconocer que a pesar de todo, lo pasó bien el viejo. Yo creo que su equipaje está listo, el pasaje comprado, solo falta que llegue el día y la hora.
Feliz Viaje papá.
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