El Ángel de la Muerte y la noche mas larga
- Francisco Javier Ovalle Reinoso
- 13 dic 2021
- 5 Min. de lectura
Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.
Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. (Éxodo 11: 22:23)
Parece que hoy el Coronavirus se ha transformado en el Angel de la Muerte moderno, ese ángel que ha extendido su velo por todo el mundo dejando tras de sí un surco de desesperación, desolación, incertidumbre y por supuesto muerte.
No es mi intención hacer una apología religiosa ni mucho menos en este comentario, solo que me parece curioso que tengamos que volver 5 mil años atrás en el tiempo y darnos cuenta que ante las fuerzas inexplicables de la naturaleza, de los poderes fácticos, de las teorías conspiranóicas, de dioses u otras vainas, no tenemos mucho que hacer para defendernos, salvo reunirnos en familia.
Muchas personas no creen y está bien, es una decisión personal, pero la cosa es simple. Por ejemplo, se le ha pedido al Gobierno que decrete Cuarentena Total para todo el país. En otras circunstancias los movimientos sociales – (estemos o no de acuerdo, eso es una interpretación de cada uno) – simplemente no le hace caso al Gobierno. ¿Por qué entonces ahora si se le está obedeciendo?. Si usted para otras cosas no le hace caso a las instrucciones de Gobierno, tomé la iniciativa, no le haga caso al Gobierno ahora y adopte cuarentena total voluntaria en su casa, así de simple.
De un tiempo a esta parte he acuñado esta frase que me parece cobra importancia: “ANTE LA FALTA DE LIDERAZGO, SURGE EL CAUDILLISMO”. Hoy por hoy frente a la información difusa que surge en torno al Coronavirus, están apareciendo pseudo expertos, especialistas, analistas con un sinnúmero de teorías, consejos y medidas que en nada ayudan. Siempre hay que recordad que no porque una supuesta verdad me represente, es verdad.
Insisto que sin ánimos de hacer yo un análisis de la situación, ni técnica, ni científica, ni menos religiosa, pareciera que la tierra nos obligó a darle un respiro. Es macabramente objetivo que esta pandemia ha sido beneficiosa para algunas ciudades, se están reduciendo la índices de contaminación por disminución de emisiones ante la falta de autos o ante el cierre de varias fábricas; se ha reducido la emisión de basura en bosques, mares y montañas; impresionante ha sido ver como las aguas de ríos y lagos se están recuperando, sin ir más lejos que lo que permite un click de internet, es cosa de asombrarse y maravillarse con las imágenes y videos de los canales de Venecia que se están limpiando permitiendo las recuperación de vida.
Con este virus y aunque suene a frialdad sin conciencia, lo único que se ve afectado es el ser humano. No afecta a animales, ni plantas, ni aves, ni peces. Dentro de todo el ecosistema mundial, dentro de todas las especies, pareciera ser que los humanos finalmente somos los más vulnerables y lo menos importante en la pirámide. Sin humanos, el mundo seguirá girando y quizás mucho mejor.
Esto nos lleva al inicio de este comentario, el paso del ángel de la muerte con su manto de oscuridad y decesos en el relato de las 10 plagas de Egipto. El paso del ángel de la muerte obligó a los israelitas a reunirse en familia, acto que generó además la original fiesta de la Pascua.
Esta pandemia ha puesto a prueba a la humanidad, desde varios puntos de vista, desde lo individual y desde lo colectivo, en lo personal no concibo el crecimiento personal sin que esté de la mano del crecimiento colectivo y viceversa. El Covid-19 ha puesto en jaque a la tan buscada libertad, ha mermado las libertades individuales obligándonos a estar en nuestras casas; las libertades colectivas obligando a cerrar las ciudades; los derechos del libre desplazamiento con toques de queda; los derechos de la libre expresión porque todos estamos dudando y desconfiando de lo que dicen las autoridades y los medios de comunicación.
Usted puede creer que el Coronavirus es un castigo de Dios a la humanidad y es válido que lo crea; también puede pensar que la pandemia es parte de las profecías del Apocalipsis; usted puede creer que el Coronavirus es parte de una conspiración internacional para controlar las masas; puede creer incluso que el Coronavirus es un virus inventado para mantener controlados a los movimientos sociales; usted puede pensar que el Coronavirus es producto de la cultura culinaria de los países asiáticos o que fue un experimento científico que se escapó, que fue un virus que maliciosamente soltaron esos mismos poderes fácticos sobre la tierra para controlar el aumento explosivo de la humanidad y puede creer que hasta Nostradamus lo predijo. Pero sea cual sea su pensamiento o su análisis, sea lo que sea que usted crea, el denominador común es uno solo. Nos guste o no, el virus existe, está suelto y va a contagiar a más de la mitad de la población y muchos de ellos van o vamos a morir. Por ahora la única protección está en la seguridad al interior de nuestras casas y recalco – por ahora – porque si no se adoptan las medidas de resguardo, alguien podría dejar entrar al “Ángel de la Muerte” a su hogar.
El Covid-19 tiene terribles coincidencias y similitudes con la última plaga de Egipto pero también con la Peste Negra, aquella que avanzó tan rápido y que mató a cientos de miles de personas. La misma que obligó a quemar los cuerpos por la falta de espacios.
Pareciera que así como en el relato bíblico había que poner sangre de un cordero en el dintel de la puerta y quedarse en casa durante esa noche, por estos días tenemos que cambiar la sangre del dintel de la puerta por alcohol gel y agua con jabón en las manos y agua con cloro en las calles y al igual que hace 5 mil años, la única protección – por ahora – está en quedarse en casa, reunidos en familia.
Creo que es importante desde el simbolismo aplicado, mantener la cuarentena, no solo física y literal, sino también, cuarentena emocional, cuarentena espiritual, periodo que sirva para reflexionar y analizar nuestro actuar como sociedad y como individuos. Tomando las palabras de un gran amigo, “Si no puede salir al exterior, vaya a su interior”.
El ángel de la muerte ha vuelto y será ésta la noche más larga, el ángel de la muerte está entre nosotros porque nosotros lo hemos convocado.
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